Por:
Johana Llerena
Jorge Castillero
Luisa Nuñez
María Eugenia Oronoz
En un artículo publicado por The Economist días atrás, se comparaba a nuestro país con Singapur. A pesar de que Panamá no tiene por meta parecerse a Singapur, algunos aspectos señalados por los críticos merecen atención, en especial si la sociedad desea ver reflejado el auge económico nacional en una mejora de la calidad de vida de sus ciudadanos.
Partiendo de que la afirmación de Nelson Mandela es correcta, y la educación es en efecto el arma más poderosa para cambiar al mundo, entonces una transformación de la realidad económica del panameño pasa por una reforma en el sistema educativo. Existe la necesidad imperiosa de nuevas infraestructuras que atiendan a la población estudiantil local y de la implementación de planes compensatorios que liguen el éxito económico del docente con el éxito académico del estudiante. Adicionalmente, habría que pensar en propuestas que no solo mantengan a nuestros niños en la escuela sino que los impulsen a entrar al sistema universitario.
Nuestros jóvenes deben ser capacitados de manera tal que puedan lograr un ingreso rápido y satisfactorio al mercado laboral. Para ello requieren poder tomar una decisión vocacional, contado con información sobre el mercado laboral actual y sus necesidades. La oferta académica debería de ser no solo variada, sino coherente con el entorno y capaz de competir en un mundo globalizado.
Por otra parte está el hecho de que el choque cultural de ambos países y distancias geográficas es notable, sin embargo la diferencia no subyace en la diversidad cultural que más que nada es una ventaja turística que le da la identidad a cada país. Panamá tiene obstáculos que van más allá que debe superar. La idiosincrasia de nuestro país impera en una cultura en que los gobiernos mantienen período tras período una excesiva burocracia, un sistema judicial débil aunado a esto con altos niveles de corrupción y una brecha de desigualdad de riquezas que cada día se hace más grande. Puede ser que el auge comercial Panamá pueda ser visto bajo la lupa del mundo y abrir el compás de compararlo como el “Singapur de Centroamérica” pero queda muy rezagado a este país de Asia en lo que respecta a la planificación de infraestructura, educación e inversiones con visión a largo plazo, esto sin duda nos lleva al análisis que ¿si ambos países tienen un crecimiento tan parecido puede la “cultura” ser esa piedra en el camino? Podemos coincidir en que la respuesta es un rotundo y afirmativo SI.
Todas estas disertaciones conducen definitivamente a un problema de fondo, y este es el de decidir como sociedad, el modelo económico a utilizar. Sin embargo, la decisión no se limita a esto, pues en la implementación del modelo se debe tener la opción de alterarlo tanto como sea necesario a fin de dar respuesta a las necesidades de la población.
No hay comentarios:
Publicar un comentario