POR
Yenifer Coronado
Rodolfo Filós
Vielka Lee
Jorge Federico Lee
Decir que Panamá se puede comparar con Singapur o
con cualquier otro país importante, es casi descabellado y ridículo. En casi todos los aspectos son, por muy lejos
diferentes; lo único que se puede
comparar y de una manera muy específica, sería el crecimiento que ambos países han tenido en
tan poco tiempo.
Como todos sabemos en los últimos
cinco años Panamá ha pasado por una serie de cambios, que han
llevado a crecer nuestra economía de una manera casi increíble y de muchas
formas envidiable para otros países de la región y hasta del mundo. Pero no muchos sabemos cómo se ha logrado
llegar a este punto. Las grandes inversiones de infraestructuras
públicas (autopistas, puentes, hospitales, corredores, el metro, etc.), la
ampliación del canal, el turismo
internacional, un sistema bancario moderno y sobre todo tener una moneda como
el dólar, han contribuido a este
crecimiento.
Pero no todo es crecimiento y
felicidad, Panamá sigue siendo uno de los países donde el sistema
educativo es pésimo y a pesar de muchos esfuerzos de varios
gobiernos, solo sigue empeorando; Como muchos países latinos, la corrupción ya
es casi algo característico, independientemente del partido o el gobierno que
se encuentre el poder.
Decir que Panamá está donde está por
nuestro Presidente actual es algo totalmente
erróneo, pero decir que el país va en
camino de perdición y de destrucción económica gracias a él, es igual de
malo. Panamá ha llegado a hacer lo que
es, gracias a la aportación de cinco gobiernos, sí, no todos han sido los mejores y los más exitosos,
pero de alguna manera han aportado en infraestructura, inversiones que han
llevado a nuestro país a estar en una posición alta actualmente.
Panamá no es perfecto y tampoco tiene
la mejor filosofía de gobernación. Pero
lo que si tiene es una gran capacidad de engrandecimiento, una economía firme y
su creciente deseo de superación.
Todos deberíamos estar orgullosos de
vivir y tener en un país como Panamá.
Nosotros no queremos ser igual o
copiar a Singapur, Estados Unidos ó Dubái, sino aprovechar nuestras fortalezas
y debilidades y marcar nuestro propio camino al éxito.
Nuestra nación debería de ser un
ejemplo para los demás países de la región y ellos deberían no compararse sino
copiar nuestras ideas.
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