Francy Pineda.
Marcos Salazar
Ender Colina.
Karen Brand.
Ciertamente
en los últimos años Panamá ha sido reconocida internacionalmente por su gran
desarrollo económico, pero en los sectores más humildes de la sociedad
panameña, este desarrollo aún no llega.
Hablar
de inflación cuando a nuestros ojos son
visibles las grandes edificaciones que cada día se levantan, los inmensos
proyectos que se desarrollan, los lujosos carros que transitan por las
reducidas calles de la ciudad, los
inmigrantes que cada día hacen presencia en el país y suma de eso la
constante inversión extranjera que está llegando. Todo esto, hace un completo
contraste con lo que a simple vista se
percibe como un gran momento económico.
Cabe
anotar que esas grande edificaciones son adquiridas por extranjeros con altos
ingresos provenientes de su país, viendo a Panamá como una oportunidad de
inversión, y los locales son desplazados
del centro de la ciudad, ya es normal ver como el panameño común debe buscar vivienda en las afueras,
aumentando de esa forma el gasto del transporte y sus costos básicos ( porque
la mayor fuente de empleo sigue centrándose en la capital), a la vez que
incrementa el costo de la canasta básica
posesionada actualmente alrededor
de los B/300.00 contra un salario mínimo de escasos B/. 400,00.
La
estabilidad económica-social en los hogares panameños se ha visto afectada por
el alza de precios en los productos alimenticios. Productos tan básicos como un
litro de leche, el cual 6 años atrás se lograba adquirir por B/. 0,61 hoy
en día se necesita ya B/. 1,40 para comprar el mismo. Esto nos demuestra
que el poder adquisitivo del pueblo panameño ha disminuido drásticamente en los
últimos años, entonces dónde se ve el crecimiento económico que tiene el país
en estos hogares. Lo cual nos lleva a la pregunta del millón de dólares: ¿Puede
hacer algo el pueblo para mitigar la inflación? o el país requiere “voluntad
política” en la creación de reformas
fiscales que lleven esta “bonanza económica” no sólo a los empresarios
capitalistas, sino también a los hogares
panameños. La historia en Panamá nos ha
demostrado que somos un pueblo que lucha por lo que creemos es justo, y así
como en su momento el pueblo panameño se lanzó a la calle a pelear por diversos
tipos de leyes y reformas en la Asamblea Nacional, no es de dudar que si la
situación económica para la percepción del pueblo panameño “empeora”, el mismo
se alce a la calle en forma de protesta y en busca de soluciones. Ciertamente
hoy en día para mitigar estos efectos inflacionarios en los productos
alimenticios muchos panameños hemos tenido que reducir nuestro consumo, cambiar
nuestros alimentos y hasta incluso hacer dieta. Cuando años atrás podíamos
almorzar un buen bistec, hoy en día hemos recurrido a la sopa, pero no a la
sopa rica en verduras y vegetales y con una gran presa de pollo, todo lo
contrario los altos precios de los alimentos impiden al panameño comer estos
platos de la cocina tradicional panameña. Ciertamente la inflación ha llegado a
Panamá, y el pueblo espera que sus gobernantes tomen y estén tomando las
medidas necesarias para mitigar la misma y no crear una mayor crisis en el
país.
Inflación,
el término en los últimos días más escuchado o leído se ha convertido en todo
un hecho que por su nombre técnico muchos desconocemos, pero que por su
realidad vivimos completamente.
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