Por:
Luis Felipe Barriga A.
Jenniree Barbera
Evelyn Suarez
Orlando Prescott
Norma Cerrud
Todo es manipulable, la
realidad depende del ojo con que se mire. De esta premisa, no escapa ni la famosa
canasta básica. Este espejismo comienza cuando el Ministerio de Economía y
Finanzas (MEF) intenta volcarse a una nueva canasta de alimentos urbana, de 50
productos, se están considerando 58 como los que más consumen los panameños. La estrategia es cambiar alimentos frescos y
nutritivos, por enlatados de menor precio para bajar los indicadores que
apuntan al alza.
El MEF calculó la canasta básica en marzo de
2011 en 283.97 dólares. Este año los indicadores apuntan que en marzo fue de
$307.03; es decir, hubo un aumento de $23.06 o de 8.12% en comparación con
marzo de 2011. Con estas inconsistencias en el cálculo de la canasta, el panameño
sólo sabe una cosa: cada día “el sueldo le alcanza menos” para cubrir sus
necesidades básicas. Lo que sí se sabe es que la calidad de vida aumentó en alimentos
y bebidas en 15%, el transporte se alzó con 13.3% y la vivienda no quedó detrás
con un 7.6%.
El Gobierno Nacional ha
buscado dar solución rápida y sencilla al problema. Su primera estrategia fue
ajustar la prima salarial mínima que recibe un ciudadano para aplacar levemente
el duro golpe a enfrentar. También, han
regulado algunos precios de productos como las carnes, vegetales y verduras; y
hasta han adecuado sitios como el mercado de carnes y mariscos en el que los
subsidios hacen bajar los precios de los productos alimenticios.
A pesar de estas
iniciativas gubernamentales, los precios continúan subiendo y las
inconsistencias terminan en una “gran incógnita”. Lo ideal para aminorar el
problema es que se haga un estudio estadístico para conocer a ciencia cierta
cuáles son los rubros exactos de la canasta básica y calcular cuánto debería
ganar un ciudadano para poder pagar lo básico; para esto, es necesaria la
contratación de un ente estadístico externo al Gobierno, que desde la
objetividad pueda evaluar los rubros de la canasta y su precio real. Hasta no
conocer la realidad es imposible hacer aproximaciones que logren disminuir la
gran incógnita de la canasta básica.
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