Por:Valerie Campos, Juan
Carlos Palacio, Mariana Trejo y Jorge Valls
Desde el Neolítico, periodo en el
que los expertos datan la aparición de las primeras formas de
agricultura y
ganadería, a la actualidad, la optimización de los procesos agrícolas ha sido
una de las principales metas de la humanidad.
De este modo se ha conseguido
pasar de técnicas poco eficientes como el empleo de animales o grandes
cuadrillas de trabajadores que requerían de un proceso manual a la llamada
“Revolución verde” ocurrida en EEUU entre 1940 y 1970 que permitió aumentar la
producción agrícola por 5 gracias al uso de técnicas de monocultivo, productos
químicos (fertilizantes, plaguicidas y herbicidas), semillas modificadas
genéticamente yal empleo de maquinaria especializada.
Todo este desarrollo enfocado a
un área tan vital para la humanidad como es el cultivo de alimentos ha
permitido que millones de personas no tengan que preocuparse de su
alimentación. Tenemos a nuestro alcance más comida de la que podemos consumir
de una forma accesible. Desde tiendas o puestos de barrio a grandes superficies
comerciales donde se venden todos los productos imaginables, traídos de
diferentes partes del mundo y a un precio que a día de hoy aún resulta
asequible para la gran mayoría de clases sociales de estrato medio-alto.
Sin embargo, a pesar de todo el
esfuerzo realizado y del dinero invertido en mejorar la producción agrícola, resulta
evidente que el problema de la alimentación a nivel mundial no sólo sigue existiendo, sino que parece muy
difícil de resolver.Según el Programa Mundial de Alimentos existen 842 millones
de personas que no tienen lo suficiente para comer. De ellos, 827 millones
viven en países en vías de desarrollo con una tasa de población desnutrida de
un 14.3%.
Estas cifras, dramáticas sin duda
alguna, pueden empeorar en los años venideros debido a factores como el aumento
de la clase media en países de Asia que demanda mayores cantidades de comida,
la falta de suelo fértil debida a la industrialización y expansión de las
ciudades, la disminución de las tasas de producción agrícola de la Revolución
verde mencionada con anterioridad y sobre todo al auge del empleo de
biocombustibles como el Ethanol.
Que la producción de alimentos compita,
en tierra y agua, con productos como los biocombustibles no hará sino aumentar
el problema de la escasez de alimentos. Con el aumento de tierras destinadas al
cultivo de biocombustibles la producción alimentaria se reducirá a nivel
mundial lo que a su vez provocará un alza de precios en productos básicos como
el cereal y el arroz; elementos básicos de la dieta de países como Panamá.
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